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Fuga de talento en la gestión del fútbol español

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El Bayer Leverkusen es el club de moda en el universo futbolero. Tras décadas de mediocridad, acaba de ganar la Bundesliga, se ha clasificado para la final de la Europa League y ha batido el récord de 48 partidos sin perder del Benfica sesentero de Eusebio. Todos los focos apuntan a su entrenador, Xabi Alonso. Español. El Ayuntamiento de la ciudad incluso estudia nombrar una calle en su honor.

Más desapercibido ha pasado quien apostó por el tolosarra desde las sombras de la gestión profunda. Fernando Carro (Barcelona, 1964) es, desde 2018, el CEO del Bayer Leverkusen. Como cuenta en esta curiosa entrevista para la AECOC, su fascinación por el fútbol le nació en infancia y se le desbordó en la adolescencia, cuando su madre enseñaba el idioma español al austriaco Hansi Krankl, estrella del Barça de finales de los 70. Desde entonces la pasión mezcló con la cultura germana.  

Tras escarceos como periodista deportivo freelance, Krankl mediante, en los 90 comenzó a trabajar en Bertelsmann, el gigante alemán de los medios de comunicación. Allí aparcó el fútbol para ir escalando por cargos como la dirección general de Arvato y Círculo de Lectores hasta llegar a la presidencia de la filial española. 

Pero la pasión subsistía y en 2018 dio el salto al Bayer Leverkusen. Forbes se fijó en lo osado e interesante del salto con este artículo que hoy suena profético. «Puedo aportar mi experiencia en la dirección de grandes empresas, puntos de vista analíticos y estratégicos, liderazgo, orientación, responsabilidad económica, etc.; esas competencias deben estar alineadas para tener éxito», dice Carro a la revista de los millonarios.

Aunque Manuel Veth, autor del artículo, añade con cierto escepticismo: «En última instancia, para que los clubes sean reconocidos como una marca global, es necesario que haya éxito en la cancha. Leverkusen no ha ganado nunca la Bundesliga, aunque se hizo con la UEFA en 1988 y la DFB Pokal en 1993». Entonces Carro fichó a Xabi Alonso.

El de Carro es, quizá, el caso más espectacular hoy en día de talento español en la gestión del fútbol internacional, pero no el único, ni mucho menos.

El prestigio del fútbol español moderno fue creciendo desde los tiempos de la Quinta del Buitre y el Barça de Cruyff hasta los Galácticos de Florentino Pérez, con la culminación del Mundial de 2010 y las dos Eurocopas consecutivas, refrendada después por el duelo Leo Messi-Cristiano Ronaldo en LaLiga y, últimamente, las Champions del Madrid.

La conjunción de los conceptos España y fútbol, en definitiva, se ha convertido en un producto muy vendible. Los primeros en comprobarlo fueron los futbolistas, la base del negocio, supuestamente los empleados, aunque con la particularidad futbolera de ser el eslabón mejor pagado. 

Ya en el pasado remoto se dieron casos como el de Luis Suárez, fichaje del Inter de Milán en los años 60, pero se trataba de excepciones. Cuando, tras el Mundial del 90, Rafael Martín Vázquez se fue al Torino, algo empezó a cambiar gradualmente hasta llegar a una actualidad en la que resulta completamente normal que internacionales como Olmo, Fabián, Morata o Ansu Fati jueguen en ligas extranjeras. 

Más desapercibido ha pasado el flujo de directivos. La web Migrantes del Balón ha creado un buscador de la diáspora futbolística que incluye una sustanciosa sección de directivos españoles

Ahí podemos encontrar cargos de CEO en ligas tan excéntricas como la canadiense, con Fernando López dirigiendo los destinos del Atlético Ottawa. Algo así como una cabeza de ratón. Pero también el equivalente a la cola (bien tupida, eso sí) del león: la dirección comercial de la selección brasileña por Lorenzo Perales, llegado del Real Madrid.

Llama la atención el posicionamiento en la MLS, la prometedora competición estadounidense. Alfonso Mondelo aparece como director deportivo de desarrollo de la liga, por ejemplo, y en el Inter de Miami, al calor de los Messi, Suárez, Busquets y Alba, han llegado gente como el director comercial Xavier Asensi o el director de instalaciones Víctor Oliver.

Tampoco podían faltar representantes españoles en el Golfo Pérsico. Esteve Calzada, por ejemplo, ejerce de CEO en el glamuroso Al Hilal de Arabia Saudí, mientras que el ex futbolista Michel Salgado hace otro tanto en un experimento muy distinto: el Fursan Hispania de los Emiratos, un club que empezó como una academia y ha ido escalando posiciones como club profesional hasta alcanzar la segunda división.

En la Premier League, el Manchester City de Guardiola abandera la inmigración española, con Ferrán Soriano de director ejecutivo y Joan Patsy de director de la sección de fútbol. Pero también destaca el trabajo de Antonio Cordón como director de Operaciones del Nottingham Forest y la romántica aventura del periodista Guillem Balague como presidente del Biggleswade United de la novena división inglesa. 

En Francia destaca la irrupción del asturiano Pablo Longoria como presidente del Olympique de Marsella, un club con tanta tradición como polémica, y la labor de Marc Ingla en la dirección general del Lille, un club que acumula numerosos éxitos deportivos en los últimos años.  

Por último, no hay que olvidar que, en la Bundesliga, a la sombra de Fernando Carro y su imbatible Bayer, aparece otro nombre importante: Francisco García preside desde 2009 un equipo más modesto, pero muy popular en Alemania, el Wolfsburgo. Aunque este caso es muy particular: el cargo le ha tocado como culminación de su carrera en el grupo automovilístico Wolksvagen, dueño del club. 

El Bayer Leverkusen también tiene una evidente relación con otra multinacional, la creadora de la aspirina. Sin embargo, Fernando Carro no promocionó dentro de la casa madre hasta el club de fútbol, como García, sino que fue reclutado a pulso: a través de un headhunter

Y ha funcionado, parece. Quizá no sea una mala idea para algún que otro club español.


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